Día 4, Oremos juntos: “Ya no los llamaré siervos... yo los he llamado amigos” (Juan 15:15
Escritura
Meditación
Dios tiene sed de tener una relación con nosotros. Dios nos busca del mismo modo que buscó a Adán, llamándolo en el jardín: “¿Dónde andas?” (Génesis 3:9)
En Cristo, Dios vino a conocernos. Jesús vivió en la oración, íntimamente uni- do a su Padre, mientras creaba amistades con sus discípulos y todos los que conocía. Les presentó lo que era más preciado para él: la relación de amor con su Padre, que es nuestro Padre. Jesús y sus discípulos canta- ban salmos juntos, enraizados en la riqueza de su tradición judía. En otros momentos, Jesús se retiraba para orar solo.
La oración puede ser en soledad o compartida con los demás. Puede expresar maravilla, queja, intercesión, acción de gracias o simplemente silencio. A veces el deseo de orar está presente, pero uno tiene la sensación de no poder hacerlo. Volverse a Jesús y decirle “enséñame” puede allanar el camino. Nuestro propio deseo es ya una oración.
Reunirnos en un grupo nos presta apoyo. La comunión se crea a través de los himnos, las palabras y el silencio. Si oramos con cristianos de otras tradiciones, podemos sorprendernos de sentirnos unidos por un vínculo de amistad que proviene de Uno que está más allá de toda división. Las formas pueden variar, pero es el mismo Espíritu el que nos une.
Oración
Nuestro Señor Jesucristo, tu vida entera fue una oración, una perfecta armonía con el Padre. A través de tu Espíritu, enséñanos a orar según tu voluntad de amor. Que los fieles de todo el mundo se unan en la intercesión y la alabanza, y que venga tu reino de amor. Amén.
- Romanos 8:26-27: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad
- Lucas 11:1-4: Señor, enséñanos a orar
Meditación
Dios tiene sed de tener una relación con nosotros. Dios nos busca del mismo modo que buscó a Adán, llamándolo en el jardín: “¿Dónde andas?” (Génesis 3:9)
En Cristo, Dios vino a conocernos. Jesús vivió en la oración, íntimamente uni- do a su Padre, mientras creaba amistades con sus discípulos y todos los que conocía. Les presentó lo que era más preciado para él: la relación de amor con su Padre, que es nuestro Padre. Jesús y sus discípulos canta- ban salmos juntos, enraizados en la riqueza de su tradición judía. En otros momentos, Jesús se retiraba para orar solo.
La oración puede ser en soledad o compartida con los demás. Puede expresar maravilla, queja, intercesión, acción de gracias o simplemente silencio. A veces el deseo de orar está presente, pero uno tiene la sensación de no poder hacerlo. Volverse a Jesús y decirle “enséñame” puede allanar el camino. Nuestro propio deseo es ya una oración.
Reunirnos en un grupo nos presta apoyo. La comunión se crea a través de los himnos, las palabras y el silencio. Si oramos con cristianos de otras tradiciones, podemos sorprendernos de sentirnos unidos por un vínculo de amistad que proviene de Uno que está más allá de toda división. Las formas pueden variar, pero es el mismo Espíritu el que nos une.
Oración
Nuestro Señor Jesucristo, tu vida entera fue una oración, una perfecta armonía con el Padre. A través de tu Espíritu, enséñanos a orar según tu voluntad de amor. Que los fieles de todo el mundo se unan en la intercesión y la alabanza, y que venga tu reino de amor. Amén.