Día 2, Maduramos internamente: “Permanezcan en mí, y yo en ustedes” (Juan 15:4a)
Escritura
Meditación
El encuentro con Jesús da lugar al deseo de estar con él y de permanecer en él: un tiempo en el que el fruto madura.
Siendo completamente humano, como nosotros, Jesús creció y maduró. Vivió una vida sencilla, enraizada en las prácticas de su fe judía. En su vida oculta en Nazaret, donde aparentemente no ocurrió nada extraordinario, se nutría de la presencia del Padre.
María contemplaba las acciones de Dios en su vida y en la de su hijo. Ella guardaba todo esto en su corazón. Así, poco a poco, abrazó el misterio de Jesús.
Nosotros también necesitamos un largo periodo de maduración, toda una vida, a fin de captar las profundidades del amor de Cristo, para dejar que permanezca en nosotros y nosotros en él. Sin que sepamos cómo, el espíritu logra que Cristo habite en nuestros corazones. Y es a través de la oración, de escuchar la palabra, com- partir con los demás, de la puesta en prác- tica de lo que hemos comprendido, que el ser interior se fortalece.
Oración
Espíritu Santo, que recibamos en nuestros corazones la presencia de Cristo y la apreciemos como un secreto de amor. Alimenta nuestra oración, ilumina nuestra lectura de la Escritura, actúa a través de nosotros, para que los frutos de tus dones puedan crecer pacientemente en nosotros. Amén
- Efesios 3:14-21: Que Cristo habite en sus corazones.
- Lucas 2:41-52: Su madre guardaba todo esto en su corazón.
Meditación
El encuentro con Jesús da lugar al deseo de estar con él y de permanecer en él: un tiempo en el que el fruto madura.
Siendo completamente humano, como nosotros, Jesús creció y maduró. Vivió una vida sencilla, enraizada en las prácticas de su fe judía. En su vida oculta en Nazaret, donde aparentemente no ocurrió nada extraordinario, se nutría de la presencia del Padre.
María contemplaba las acciones de Dios en su vida y en la de su hijo. Ella guardaba todo esto en su corazón. Así, poco a poco, abrazó el misterio de Jesús.
Nosotros también necesitamos un largo periodo de maduración, toda una vida, a fin de captar las profundidades del amor de Cristo, para dejar que permanezca en nosotros y nosotros en él. Sin que sepamos cómo, el espíritu logra que Cristo habite en nuestros corazones. Y es a través de la oración, de escuchar la palabra, com- partir con los demás, de la puesta en prác- tica de lo que hemos comprendido, que el ser interior se fortalece.
Oración
Espíritu Santo, que recibamos en nuestros corazones la presencia de Cristo y la apreciemos como un secreto de amor. Alimenta nuestra oración, ilumina nuestra lectura de la Escritura, actúa a través de nosotros, para que los frutos de tus dones puedan crecer pacientemente en nosotros. Amén